Lo primero que se nos puede venir a la mente es un partido de fútbol, de baloncesto, de tenis o de cualquier deporte donde un árbitro soluciona las desavenencias entre las partes. Utilizamos el término a menudo en este contexto, pero hay otros campos del conocimiento donde también tiene cabida, como pueden ser el derecho o la economía y las finanzas.
El término “arbitrar” (del latín arbitrare) significa dar, recibir o poner arbitrios. Se dice de una persona que ejecuta libremente usando la idoneidad y la cualidad del juez. Se dice de un tercero en resolver los conflictos de manera pacífica o tranquila (definiciona.com).
Veamos en qué consiste entonces el arbitraje en el ámbito que nos ocupa.
El arbitraje en el derecho
En el campo del derecho, el arbitraje se utiliza para la resolución de un conflicto de intereses entre dos partes. El árbitro elegido, siempre independiente, estudiará el caso y pronunciará el laudo arbitral, intentando solucionar el problema.
Existen dos tipos de arbitraje:
- Institucional. Una determinada institución decide tanto en lo relativo a las reglas como quién será el árbitro.
- Independiente. El árbitro y las reglas son elegidos por las partes implicadas en el conflicto.
Lo que no se cuenta de los arbitrajes con productos bancarios
Si bien es cierto que hay casos en los que el arbitraje es una decisión sensata, en otras muchas ocasiones las prisas o el desconocimiento pueden llevarnos a mal puerto.
Recordemos el sonado arbitraje de participaciones preferentes de Bankia, cuya consecuencia del laudo negativo era la imposibilidad de recurrir por vía judicial.
Por tanto, tanto en los arbitrajes como en los canjes o cualquier otro instrumento utilizado por los bancos para evitar los tribunales, debemos tener cuidado y asesorarnos antes de tomar una decisión definitiva.
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